Capítulo 11: El humo en los muelles Thai regresó a Ciudad República con la sensación incómoda de estar llegando a una ciudad que no era la misma. Había algo imperceptiblemente distinto en el ritmo de los pasos de la gente, en el murmullo de las calles, incluso en la luz. El sol parecía más bajo, como si la ciudad se hubiera encorvado durante su ausencia. El tranvía desde la estación marítima la dejó en la avenida central poco antes del atardecer, cuando los escaparates comenzaban a encender sus luces y las sombras de los edificios caían como losas sobre el pavimento. En su camino al Ministerio del Tesoro, se detuvo un momento frente a una tienda de música. En el vidrio, una vieja canción sonaba apenas audible, distorsionada por el parlante empotrado en la esquina. Era una canción de su infancia, un vals tradicional que su madre solía cantar mientras colgaba la ropa. Thai sintió un nudo en la garganta, inexplicable, inútil, pero real. En su oficina del Ministerio, encontró una nota sin ...
Capítulo 10: La bóveda sumergida La noche en Ciudad República era más densa que de costumbre. Las nubes colgaban bajas, opacas, como si el cielo mismo conspirara en silencio. En lo alto del edificio del Ministerio del Tesoro, donde las luces se apagan antes que en otros edificios del gobierno, Thai se mantenía despierta. Miraba por la ventana de su despacho, una taza de té frío entre las manos. Vestía aún su traje formal de lino verde petróleo, arrugado por las largas horas, y su cabello recogido en un moño alto empezaba a deshacerse. La sala estaba oscura, apenas iluminada por la luz ámbar de su lámpara de escritorio. En el aire flotaba el aroma apagado del té de loto que ya nadie bebía. Desde la distancia, aún podía ver los tejados del distrito financiero, donde brillaban las cúpulas del Congreso y, más allá, los salones donde Ciro pasaba sus fines de semana. Aún recordaba la última imagen que tuvo de él en la prensa: solo, bebiendo té con la Reina, en lo alto de su jardín florido. P...